martes, 26 de agosto de 2008

Despedida

A raíz de varios comentarios que me dejaron donde hablaban del güevo de oro y de una fiesta ticoblogger en la casa de don Alejandro Trejos, mi hijo Fito, que es mi "asesor tecnológico" en esta cuestión del blog, se ofreció a averiguar de qué se trataba el asunto. Navegando por otros blogs se encontró con que un colega bloguero quiso honrarme proponiendo darme un "premio virtual" llamado "güevo de oro", cosa que agradezco aunque creo que nada he hecho para merecerlo. Yo no soy un héroe, soy simplemente un maje al que le tocó en suerte que le encontraran un cáncer, que tiene alguna facilidad para escribir, y que se le ocurrió compartir con el mundo su situación. Pero agradezco sinceramente la iniciativa y la buena intención de Manda Güevo al proponerme.

Lamentablemente en sus vueltas por los blogs, mi hijo Fito se encontró una serie de comentarios despectivos de gente que pone en duda la veracidad de lo que aquí cuento. A mi edad, realmente me tiene sin cuidado lo que la gente de espíritu negativo quiera decir y opinar. Pero como padre de una familia que está viviendo una situación traumática, tengo el deber de proteger a los míos para evitar que el estrés sea innecesariamente mayor de lo que ya es. No culpo a quienes piensan que soy un farsante; esos comentarios nunca los hubieran hecho si yo no les hubiera dado la oportunidad al haber abierto una ventana a mi vida íntima creando este blog.

Agradezco de todo corazón a todos los lectores que me han dejado muchísimos comentarios de apoyo, cariño, fe, esperanza, y conmiseración. Fueron muchos más de lo que jamás imaginé, y de verdad que me dieron una fuerza especial para encarar la operación. Aunque no los conozca en persona, los llevaré siempre en mi corazón. Y como lo peor ya ha pasado (ojalá), ahora debo despedirme.

Au revoir.

domingo, 24 de agosto de 2008

VII. Amigos de verdad

Hay gente que no me ha dejado de llamar o visitar ni un solo día desde que se enteraron de mi diagnóstico, y siempre logran darme fuerzas, mejorar mi estado de ánimo, y hacerme olvidar, aunque sea por un rato, que estoy enfermo. Además están pendientes de mis necesidades y las de mi familia. Cuando me iba a internar, ni siquiera tuvimos que pedir ayuda para cuidar a los chiquillos. Nuestros amigos se organizaron sin que les pidiéramos nada, y nos llegaron con el plan hecho: dónde iban a dormir, quién los llevaba a la escuela, quién los recogía, cómo se iban a ir a sus clases de danza, inglés, guitarra clásica, y a las prácticas de la banda de rock, y cuándo iban a venir a visitar al hospital.

Es en estos trances cuando se descubren los verdaderos amigos. Lo contrario también es cierto.

miércoles, 20 de agosto de 2008

VI. De buen ánimo

Sigo adolorido y con movilidad limitada, pero estoy de muy buen ánimo. Las noticias de la operación fueron positivas, y me han subido las esperanzas de vencer al cáncer. El doctor me ha explicado que el hecho de que el tumor estuviera encapsulado y con bordes definidos, y que los ganglios estuvieran limpios, es señal casi inequívoca de que lo agarramos a tiempo y que no hay metástasis. Si eso es cierto, quiere decir que ya no tengo al cáncer en mi cuerpo. Igual tengo que recibir el tratamiento preventivo, porque con esta enfermedad no se puede bajar la guardia. Pero ahora tengo razones de sobra para enfrentar la quimioterapia con esperanza y alegría. Lejos están ahora los pensamientos de muerte que me persiguieron antes de la cirugía. Si ya no tengo cáncer, se que estoy joven, soy fuerte, y puedo aguantar el tratamiento por más feo que se ponga.

sábado, 16 de agosto de 2008

V. Sobreviví a la operación

Me siento como si me hubiera pasado un camión por encima. Para poder llegar al pulmón, me tuvieron que cortar las costillas por el costado. Me han dejado un zipper tal, que no podré volver a quitarme la camisa en público a riesgo de asquear a quienes me vean. Me duele todo el cuerpo, pero al menos aquí estoy, y ese era el objetivo principal.

Ayer salí del Hospital. Escribo esta entrada a una mano, porque el otro lado me duele demasiado. Prácticamente no puedo mover el brazo. La buena noticia es que el cáncer estaba encapsulado y con bordes definidos, y los ganglios estaban limpios. Todo esto apunta a que agarramos el cáncer a tiempo, antes de que se esparciera por todo el cuerpo. En más o menos dos semanas empiezo un tratamiento preventivo de quimioterapia, y mientras tanto todos esperamos ansiosos los resultados de la biopsia, que fue enviada a un laboratorio en Estados Unidos. Yo estaba completamente sedado cuando explicaron por qué, así que no entendí, y aparentemente los que si estaban despiertos tampoco entendieron.

Con todo este trajín, nadie en mi familia se acordó de que ayer era el Día de la Madre. Estoy seguro de que para Maureen y para mi mamita no hay mejor regalo que el hecho de que justo ayer me hayan "echado" del Hospital, pero igual voy a tener que buscar la manera de compensarlas. Por ahora debo de guardar reposo casi absoluto unos días más.

Muchas gracias a todos por los mensajes de apoyo. Si bien no tuve computadora en el hospital, mi amigo Kakali, el que pasó el mensaje a H3dicho de que había salido bien de la operación, me mantuvo al tanto de los comentarios que todos ustedes iban dejando. Aunque para mi familia todo esto resulta extraño (a mi nunca me había dado por escribir, y menos sobre asuntos íntimos), todos están muy agradecidos y seguros de que sus oraciones unidas han llegado a donde tenían que llegar. No seremos religiosos, como lo dije anteriormente, pero si somos creyentes, y que cada uno lo llame como quiera, pero como mínimo tanta plegaria y tanto sentimiento positivo de apoyo ayuda a generar buenas vibras que nos llegan hasta el alma.

jueves, 7 de agosto de 2008

IV. Mañana me operan

Mañana temprano me tengo que internar para la operación del pulmón. Me han advertido que es una operación muy difícil, y que la recuperación es más lenta y dolorosa que la de una cirugía de corazón abierto. Aunque me sigo sintiendo como si no tuviera nada, todo esto me ha puesto a filosofar sobre un montón de cosas. En primer lugar, ahora tengo que reconocer que la muerte es una posibilidad real. En estos momentos tal vez sea una posibilidad remota, pero definitivamente real. Tal vez el cáncer ni siquiera tenga la oportunidad de matarme; podría quedar tieso en la sala de cirugía.

En los últimos días he corrido como loco para poner todo en orden. Mi esposa nunca se ha involucrado en el manejo de las finanzas familiares, y ahora tuve que darle un curso intensivo para asegurarme de que sepa bien dónde están los ahorros, cuando vencen los certificados, cómo decidir reinvertirlos, etc. No es mucho lo que tenemos, pero considerando dónde estábamos hace 20 años cuando nos conocimos, no nos ha ido mal. Los carros y la casa están a nombre de sociedades, y decidí traspasarle la parte de las acciones que estaban a mi nombre. Así, si pateo el balde antes de lo esperado, todo será de ella y no tendrá ni que pagar tinterillos chupasangres ni impuestos sobre la herencia. En todo hay que pensar.

No le tengo miedo a la muerte, por lo menos no a lo que me vaya a pasar a mi al morir. He pensado mucho en eso, pero como no creo en el más allá, realmente la muerte no me preocupa en ese sentido. Lo que si me preocupa es no vivir lo suficiente como para “ver el final de la película”. Mis hijos están muy chiquillos, y son lo mejor que me ha pasado en la vida. Tal vez soy egoísta, pero no quiero perderme un día de sus vidas. Quiero seguir disfrutándolos, quiero seguir riéndome con sus ocurrencias, babearme con sus talentos, en fin, quiero seguir presente en sus vidas.

Siendo menos egoísta, quisiera dejarlos bien encaminados antes de partir, pero con once y quince años que tienen, eso no es posible si no vivo otros diez o quince años más. Definitivamente tengo que vencer a este hijuep… cáncer. Pero no hay que poner la carreta delante de los bueyes. Lo primero es sobrevivir a la operación de mañana.

lunes, 4 de agosto de 2008

III. Biopsia

Hoy se suponía que me hacían la biopsia. Pero después de revisadas varias placas de pulmón que me tomaron durante la semana, decidieron que por la ubicación del tumor era imposible llegarle con un procedimiento laparoscópico. Lo que pasa es que está completamente rodeado de venas y arterias, y el riesgo de romper alguna es muy grande. No queda más que operarme casi de inmediato y extirpar las dos terceras partes del pulmón. La cirugía está programada para el viernes, y después de ella no creo que escriba por varios días. Trataré de escribir antes de la operación.

viernes, 1 de agosto de 2008

II. ¿Cómo reacciona la familia de un canceroso?

Ayer me armé de valor y les conté a mi esposa e hijos que tengo cáncer. Las acciones de la Scott Paper de seguro van a subir, de la cantidad de Kleenex que usamos.

Mi esposa es una mujer ejemplar. Valiente, a pesar de esa suavidad de carácter por la que todo el mundo la quiere. Aunque derramó algunas lágrimas, se mantuvo ecuánime y nos infundió valor a todos. Está segura de que podemos vencer al cáncer, así en plural, entre todos. No podemos darnos por vencidos. Como a mi me gusta mucho el futbol, me dice que terminó el primer tiempo 0-1, pero aún tenemos otros 45 minutos para remontar el marcador. Y quiere que pongamos toda la carne en el asador. Yo ni siquiera sabía que Maureen conocía todos esos clichés de periodista deportivo. Después de las lágrimas iniciales, un poco de risa no nos vino mal. Con todo, yo la conozco mejor que nadie y se que el temor se la come por dentro. Cuando todo esto pase, cuando yo me recupere, entonces va a tener una crisis nerviosa. Pero mientras tanto será fuerte como una roca.

Mi hijo Fito está pasando por una etapa de retraimiento, que atribuyo a la adolescencia, y no habló en toda la noche. Apenas se sintió liberado de la obligación de estar con el resto de la familia, se refugió en su cuarto y se puso a tocar la guitarra. Luego estuvo un rato en la computadora chateando con sus amigos, y más tarde llamó por teléfono al más cercano de ellos, y estuvo conversando hasta después de que me fui a dormir.

Tati tiene 11 años, pero reaccionó con una madurez sorprendente. Quiere entender la enfermedad, saber cómo es el tratamiento, y conocer las probabilidades de éxito. Preguntó sin pelos en la lengua por las posibles consecuencias, quiso entender cómo llega la muerte, y después decidió que no hay que darle chance. Se convirtió en la aliada de su madre, y más que eso, en su Mini-me. Es realmente impresionante.

lunes, 28 de julio de 2008

I. Tengo cáncer

Hace pocos días cumplí 45 años. Como lo hago desde hace varios años, alrededor de la fecha de mi cumpleaños me hago un chequeo médico general. El viernes me confirmó el médico que en las radiografías de los pulmones apareció una mancha que definitivamente es un cáncer de pulmón. Nunca he fumado, más que en un período de rebeldía cuando tenía dieciséis años. Eso me duró aproximadamente tres semanas, hasta que mi papá me descubrió y me puso los cigarrillos de corbata. Dice el doctor que eso no cuenta.

Todavía no digiero bien la noticia. Mi primera reacción fue preguntarme por qué yo. Después me puse a pensar que probablemente eso es lo que se pregunta el 99% de quienes reciben un diagnóstico de este tipo. La respuesta a una pregunta necia como esa es igual de necia: ¿por qué no yo? Después he pensado en la vida, mi vida, y en la muerte. Por supuesto que la mía también. No tengo nada claro, y no se si algún día lo llegaré a tener, pero mi primera decisión fue ponerme a escribir una bitácora donde registrar mis sentimientos, mis temores, mi vida con cáncer. Sé que estoy a las puertas de un horrible camino; hoy me siento bien, pero para curarme voy a tener que sentirme peor que mal. ¿Qué tan mal? Eso lo veremos en el camino.

Mi familia aún no sabe nada. Tengo una semana para contarles, que es el tiempo que tengo para internarme y que me hagan una biopsia para determinar el tipo de cáncer y el mejor tratamiento para vencerlo. No sé cómo contárselo.

Mientras tanto, la más importante decisión que he tomado es luchar contra el cáncer con todo lo que tengo, con mis fuerzas físicas, y cuando estas se agoten, con mi fortaleza de carácter. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario, recibir los tratamientos que me indiquen, y probar cuanto tratamiento experimental, homeopático, natural, tradicional, o brujería se me aparezca en el camino. Si hay que escoger entre el cáncer y yo, no lo dudo ni por un minuto: esta batalla la tengo que ganar yo.